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lunes, 18 de febrero de 2008

Oculta tras el Teléfono

Si llaman hay que decir que está enferma. Eso es mentira, a mi no me gusta andar mintiendo; hay que decir no más que ella está enferma. Ni siquiera está. Anda bailando, pasándolo bien. Yo me quedo, no hago otra cosa que quedarme siempre.

Cuando llaman digo mi mentira y ellos están obligados a creerme. Aparte, hago teatro. Les digo “mire ahora está tosiendo dormida ¿escucha?” y cuando ellos afinan el oído, alejo el auricular y hago un escándalo identificable con una enferma del pulmón. No está enferma del pulmón. No tiene ningún tipo de enfermedad. Persona más sana no había conocido.

La enfermedad le sirve de mucho. Viene gente a visitarla. Casi siempre vienen cuando está en el hospital. Entonces le dejan mercadería. También está lo del cheque. Una vez al mes tiene que ir a buscarlo al banco, en la modalidad vale vista. Los del banco saben que esa clase de cheque lo da el estado a los desahuciados. La miran con mucha pena cuando llega y a veces hasta le han dejado que pase primero. Terrible, la miro hacer. Me como sus cajas de mercadería y también uso parte del dinero que le da el estado. Ella no necesita mucho. Sus montones de amantes, el otro lado de su vida, la mantienen siempre con ropa, comida y autos caros. No sé cuanto ira a durar esto. Para los amantes soy el hermano enfermo mental. No estoy enfermo, no tengo nada. Cuando llegan, siempre uno distinto, estoy obligado a llamarlos tíos y recibir juguetes que me traen. “No soy cabro chico”, digo. Ellos se sonríen. Parece que mi hermana les ha contado que tengo un carácter difícil, aunque en el fondo soy bueno. Mis ojos desorbitados no son producto de ninguna enfermedad mental. De todas maneras ayudan bastante en mi representación.

Ahora no hay gente en la casa, estoy bien solo. Ella salió quien sabe a donde. Han llamado familiares. Pero a ellos no los puedo engañar con el cuento de que soy un hermano enfermo. Para ellos soy el pololo solícito que la cuida de manera leal. La cantidad de ficciones es impresionante: no tengo relación afectiva con ella, ni siquiera podría decir que me conoce. Dudo siempre sobre qué soy para ella o si soy alguna cosa incluso.

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