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lunes, 15 de marzo de 2010

La desnudez en nuestra sociedad

Nuestra ciudad gusta de la desnudez. Nadie sería tan torpe como para usar ropa durante nuestros cálidos veranos. La costumbre lleva larga data y ha vuelto mas alegre a nuestro pueblo, aunque no está exenta de problemas. Veamos por ejemplo las erecciones. Puede suceder que estando en una fila de banco uno recuerde intensamente a una amiga. Justo adelante hay un señor gordo, dueño de fiambrería, o una señora flaca que parece que va de compras. Hay guardias que vienen rápido en tales casos. Lo toman a uno del brazo y lo llevan afuera. Si uno insiste en cambiar el cheque le permiten el ingreso previo pago de una multa. Es el llamado “impuesto a la erección”. Tal impuesto, ¡infame!, fue decretado por un gobierno de tendencia conservadora, el cual intentó encauzar nuestra desnudez por el camino de la tradición. Es, por lo tanto, necesario el autocontrol. En estos casos se lleva la mente a cuestiones difíciles como cuentas por pagar, o preguntas acerca del origen del universo. También es bastante útil el representarse la vergüenza de ser expulsado a la calle cuando la señora flaca de las compras, o el señor gordo dueño de fiambrería, pegue el grito:
- ¡Señor guardia, venga por favor, aquí hay uno que no controla la erección!
De esta forma, uno reduce al mínimo la erección en la vía publica.

Una consecuencia asombrosa ha afectado a los métodos de conquista. Uno se entera de inmediato cuando las mujeres están dispuestas al amor pues van dejando una mancha perfumada por los lugares que pasan. El uso de desodorantes es considerado totalmente contrario a las leyes del nudismo. Uno, que es hombre, se pone como loco y sigue a estas mujeres en la calle. A veces son tres, cuatro o cinco los que siguen a una única mujer. Se miran recelosos, con desconfianza, para terminar trenzándose a golpes, en riñas descomunales. La niña en cuestión se sienta en una banca, un poco melancólica, esperando que se defina al hombre que la hará feliz. La fuerza pública no interviene, solo se ríe. Actuarían como los otros galanes si no estuvieran de servicio. Así, la elección de pareja termina privilegiando casi siempre al mejor para los combos.

Mucha gente cree que la desnudez no ha traído la felicidad a nuestra sociedad. Pero no se puede negar que ha sido la mejor respuesta al calentamiento global: andar abrigado ya no tiene sentido ni siquiera en invierno.

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