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lunes, 8 de marzo de 2010

La penumbra de Chile

Una mañana, el inmutable despertar de los chilenos se vio turbado. La oscuridad total era esa mañana. La gente abrió las puertas, las ventanas, como siempre, con las urgencias del trabajo y el desayuno, pero la oscuridad se mantuvo. La conmoción fue tan grande que el país se inmovilizó. Se ordenaron consultas formales a las naciones vecinas. Ellas tenían bastante luz. Incluso un diplomático argentino hizo mofa del funcionario, alegando que “che, nosotros no tenemos nada que ver, no le cortamos el gas al sol, je je”. En Perú y en Bolivia, lo mismo: sol a raudales. Era, por lo tanto, un problema de carácter local.

Se tomaron las medidas pertinentes. La autoridad ordenó encender potentes focos en la ciudad capital. Helicópteros circulaban los cerros y terrenos rurales. Nada de eso sirvió para crear la sensación de que era el alba. Hasta que se hizo de noche. A la mañana siguiente el sol mantuvo su rebeldía. La situación se volvió noticia internacional. CNN hablaba del país “en el extremo del mundo; el imperio del sol muriente”. Treinta y dos segundos duró la nota, porque CNN halló que había cosas más extrañas en el mundo a qué dedicarle tiempo.

El país caía gradualmente en la locura colectiva. La oscuridad volvía a todos de oscuros pensamientos. La ausencia de luz fue una fiesta para polillas, zancudos y guarenes, cuya población aumentó sobremanera. Los cultivos se fueron poniendo cada vez más depresivos hasta llegar al suicidio: miles de lechugas se dejaban morir, con las acelgas lo mismo. Hubo que vivir de la importación y se ocuparon en ello importantes reservas del tesoro. El país construyó con rapidez centrales hidroeléctricas para hacer frente al explosivo aumento del consumo. En la ex plaza Italia había una de estas centrales, en un embalse que cubría todo lo que antes fue plaza Italia. Las playas se volvieron solitarias hasta que un imaginativo las dotó de solarium y, luego, de un gigantesco foco ultravioleta que, como un faro, se levantaba en el peñón. La escena de una multitud entrando al mar, bajo esta penumbra, helaba la sangre a los corresponsales extranjeros que transmitían con horror, en directo, y sin interrupciones. El turismo se fue a pique.

La explicación del fenómeno había que buscarla en el reino de los cielos. Dios , preocupado del creciente optimismo de la raza humana, decretó que el sol no saliera para todos. Por puro azar el país elegido fue Chile.

2 comentarios:

hipoceronte dijo...

Me acordé de Camus, y Saramago, y del sábado famoso por supuesto.

Puno dijo...

Un acierto mediatico aquel suceso. Me imagino que las encuestas fueron desfavorables para el gobierno de turno.