Pierda el tiempo fácilmente leyendo esta basura. Quítele dinero a su empresa. Deje sin comer a la guagua. Deje que se le queme el arró. Todo por la tonterita de estar naegando en la wé
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lunes, 29 de marzo de 2010

Ascensor con pirañas (dedicado al ascensor de sociales en la Chile)

El ascensor puede ser un poco transparente incluso completamente traslúcido, de tal manera que veamos sin problemas lo que ocurre al interior. Podríamos, aprovechando, poner agua adentro, sellando el ascensor herméticamente para que no escape el líquido ni nada y luego, con cuidado, pondríamos pececillos de colores o, mejor aun, pirañas. Damos de comer a las pirañas y accionamos el motor del ascensor. Este subirá y bajará y las pirañas quedarán, así, muy bien entrenadas para viajes al espacio exterior. Las condiciones de gravedad pueden ser muy bien simuladas de esta manera. (Ver figura 1)

Lo mejor es instalar este ascensor en un céntrico edificio. La gente puede llegar allí y pedir que le abran las puertas, pero al ver las pirañas (dientes filudos, blancos pero enrojecidos por la sangre) huirán con temor. Si no falta el porfiado que insista en entrar, se le hará que firme una hoja que diga que entra al ascensor bajo su propia responsabilidad. Luego, con cuidado, se colocará al viajero al interior del ascensor. Obviamente la entrada será por arriba para que no se salga el agua. Un forzudo del circo ayudará a realizar la tarea, lanzando simplemente al sujeto, como indica el siguiente esquema.(Ver. Fig 2).

El resto de la gente puede (debe hacerlo) observar con mucho detalle la lucha del tipo con las pirañas, su inútil intento de sobrevivencia y gritarán horrorizados que dejen salir al pobre cristiano. El agua comenzará a teñirse de rojo y luego palidecer con rapidez pues el agua se recambia con un sistema automático (Ver fig. 3) y, claro, el cristiano no tendrá sangre para siempre. Nadie hará caso, nadie se hará responsable de la acción y por otro lado el tipo no es ni cristiano, sino masón, y, por la rima, con mas razón se le deja en el interior (sin rima). Nadie nunca volverá a insistir con ese ascensor.

lunes, 22 de marzo de 2010

Transantiago es un buen deporte

Transantiago ayuda a fortificar las piernas. Afirmarse de los fierros, soportar frenazos, bajarse de la micro, esquivar gente, todo eso ayuda a desarrollar los pectorales, las pantorrillas y los muslos. Todo eso ayuda a fortalecer la circulación, la espalda y el páncreas. El contacto con otros humanos, enfermos algunos, nos ayuda a mejorar nuestras defensas contra los nuevos virus sinciciales. Viajar en el sector de la oruga da rotaciones constantes a la cadera. Hay olores insoportables que en el Transantiago se aprende a soportar. El hombre que va en el Transantiago muta su genética por todo lo anterior y lo traspasa con rapidez a su prole. La especie sigue adelante en cuatro o más ruedas. Ya no tiene dinero. Usa tarjetas: un eufemismo para la palabra deuda. Y no hay como una buena deuda para agitar los pulmones en un intenso trabajo aeróbico.

Andar en Transantiago es lo mejor para nuestra salud. No desaproveche la oportunidad de subirse a una de estas estupendas máquinas de tecnología europea. Lo harán sentirse fuerte y robusto como un primer mundista.

lunes, 15 de marzo de 2010

La desnudez en nuestra sociedad

Nuestra ciudad gusta de la desnudez. Nadie sería tan torpe como para usar ropa durante nuestros cálidos veranos. La costumbre lleva larga data y ha vuelto mas alegre a nuestro pueblo, aunque no está exenta de problemas. Veamos por ejemplo las erecciones. Puede suceder que estando en una fila de banco uno recuerde intensamente a una amiga. Justo adelante hay un señor gordo, dueño de fiambrería, o una señora flaca que parece que va de compras. Hay guardias que vienen rápido en tales casos. Lo toman a uno del brazo y lo llevan afuera. Si uno insiste en cambiar el cheque le permiten el ingreso previo pago de una multa. Es el llamado “impuesto a la erección”. Tal impuesto, ¡infame!, fue decretado por un gobierno de tendencia conservadora, el cual intentó encauzar nuestra desnudez por el camino de la tradición. Es, por lo tanto, necesario el autocontrol. En estos casos se lleva la mente a cuestiones difíciles como cuentas por pagar, o preguntas acerca del origen del universo. También es bastante útil el representarse la vergüenza de ser expulsado a la calle cuando la señora flaca de las compras, o el señor gordo dueño de fiambrería, pegue el grito:
- ¡Señor guardia, venga por favor, aquí hay uno que no controla la erección!
De esta forma, uno reduce al mínimo la erección en la vía publica.

Una consecuencia asombrosa ha afectado a los métodos de conquista. Uno se entera de inmediato cuando las mujeres están dispuestas al amor pues van dejando una mancha perfumada por los lugares que pasan. El uso de desodorantes es considerado totalmente contrario a las leyes del nudismo. Uno, que es hombre, se pone como loco y sigue a estas mujeres en la calle. A veces son tres, cuatro o cinco los que siguen a una única mujer. Se miran recelosos, con desconfianza, para terminar trenzándose a golpes, en riñas descomunales. La niña en cuestión se sienta en una banca, un poco melancólica, esperando que se defina al hombre que la hará feliz. La fuerza pública no interviene, solo se ríe. Actuarían como los otros galanes si no estuvieran de servicio. Así, la elección de pareja termina privilegiando casi siempre al mejor para los combos.

Mucha gente cree que la desnudez no ha traído la felicidad a nuestra sociedad. Pero no se puede negar que ha sido la mejor respuesta al calentamiento global: andar abrigado ya no tiene sentido ni siquiera en invierno.

lunes, 8 de marzo de 2010

La penumbra de Chile

Una mañana, el inmutable despertar de los chilenos se vio turbado. La oscuridad total era esa mañana. La gente abrió las puertas, las ventanas, como siempre, con las urgencias del trabajo y el desayuno, pero la oscuridad se mantuvo. La conmoción fue tan grande que el país se inmovilizó. Se ordenaron consultas formales a las naciones vecinas. Ellas tenían bastante luz. Incluso un diplomático argentino hizo mofa del funcionario, alegando que “che, nosotros no tenemos nada que ver, no le cortamos el gas al sol, je je”. En Perú y en Bolivia, lo mismo: sol a raudales. Era, por lo tanto, un problema de carácter local.

Se tomaron las medidas pertinentes. La autoridad ordenó encender potentes focos en la ciudad capital. Helicópteros circulaban los cerros y terrenos rurales. Nada de eso sirvió para crear la sensación de que era el alba. Hasta que se hizo de noche. A la mañana siguiente el sol mantuvo su rebeldía. La situación se volvió noticia internacional. CNN hablaba del país “en el extremo del mundo; el imperio del sol muriente”. Treinta y dos segundos duró la nota, porque CNN halló que había cosas más extrañas en el mundo a qué dedicarle tiempo.

El país caía gradualmente en la locura colectiva. La oscuridad volvía a todos de oscuros pensamientos. La ausencia de luz fue una fiesta para polillas, zancudos y guarenes, cuya población aumentó sobremanera. Los cultivos se fueron poniendo cada vez más depresivos hasta llegar al suicidio: miles de lechugas se dejaban morir, con las acelgas lo mismo. Hubo que vivir de la importación y se ocuparon en ello importantes reservas del tesoro. El país construyó con rapidez centrales hidroeléctricas para hacer frente al explosivo aumento del consumo. En la ex plaza Italia había una de estas centrales, en un embalse que cubría todo lo que antes fue plaza Italia. Las playas se volvieron solitarias hasta que un imaginativo las dotó de solarium y, luego, de un gigantesco foco ultravioleta que, como un faro, se levantaba en el peñón. La escena de una multitud entrando al mar, bajo esta penumbra, helaba la sangre a los corresponsales extranjeros que transmitían con horror, en directo, y sin interrupciones. El turismo se fue a pique.

La explicación del fenómeno había que buscarla en el reino de los cielos. Dios , preocupado del creciente optimismo de la raza humana, decretó que el sol no saliera para todos. Por puro azar el país elegido fue Chile.